La impermanencia de las cosas

Lo que ha nacido morirá,
lo que se ha recogido se dispersará,
lo que se ha acumulado se agotará,
lo que ha sido construido se derrumbará
y lo que se ha encumbrado descenderá.

Que es la vida sino una danza de formas efímeras? ¿No está todo cambiando constantemente: las hojas de los árboles en el parque, la luz de la habitación en la que leo, las estaciones, el clima, la hora del día, las personas con las que me cruzo por la calle? ¿Y con respecto a mi? ¿Acaso todas las acciones del pasado no parecen hoy un sueño? Los amigos con los que crecí, los lugares favoritos de mi infancia, los puntos de vista y opiniones que tan apasionadamente defendí antaño: lo he dejado todo atrás.
Ahora, en este preciso instante, la lectura de esto parece algo totalmente real. Sin embargo, incluso esta página no tardará en ser tan solo un recuerdo.

Las células de mi cuerpo mueren, las neuronas de mi cerebro se deterioran, e incluso la expresión de mi cara se modifica sin cesar en función de mi estado de ánimo. Hoy me siento bien porque todo va bien; mañana será lo contrario, ¿Adonde se habrá ido aquella sensación de bienestar? Me habrán afectado nuevas influencias... somos impermanentes, las influencias son impermanentes y no existe nada que podamos calificar como sólido o duradero.

¿Puede haber algo más imprevisible que nuestros pensamientos y emociones? ¿Tenemos la menor idea de lo que vamos a pensar o sentir dentro de un instante?De hecho nuestra mente es igual de vacía, impermanente y transitoria que un sueño. Observad un pensamiento: viene, permanece un tiempo y se va. El pasado ya ha pasado, el futuro aún no ha surgido e incluso el pensamiento presente, conforme lo experimentamos se convierte en pasado.

Solo el instante presente, el "ahora" nos pertenece realmente.

..."El libro tibetano de la vida y de la muerte" (Sogyal Rimpoché)